KUBO SRL. | Kostumbres | Paola Sanabria N.
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El tiempo puede pasar, los días, los años son cosas que no se pueden evitar. Lo que sí se puede intentar es conservar en lo profundo de cada ser el alma de niño que nos permite creer en lo que no creemos, en imaginar un mundo mejor donde la maldad no triunfe y mejor aún considerar que todo puede ser mejor con sólo soñar.
Cuando somos niños los problemas más insignificantes se vuelven grandes y las alegrías más pequeñas son las que más nos llenan. Aún pensando que tener un problema es no tener el juguete deseado o alguna golosina, ese insignificante inconveniente da un giro de 360 grados para convertirse en el pasado en tan sólo segundos. A esos seres que aún nos permiten recordar lo bella que es la vida, que soñar no cuesta y te permite ser mejor hay que entregarles todo el amor y la dedicación porque los años no pasan en vano y somos manejables cuando somos niños, vamos de arriba abajo junto a los seres que nos vieron la vida. No cuestionan nada, todo lo dan, nada esperan y siempre tienen una sonrisa tierna que nos permite pensar que todo estará mejor.
El momento que un padre o una madre tiene a su retoño en sus brazos se siente invadido por un ángel que escapo del cielo y sólo quiere brindarle todo su amor y no permitir que el cuento de hadas en la que ellos viven termine jamás. El tiempo pasa y pesa, nunca seremos niños para siempre, aunque nuestros padres jamás dejen de vernos de otra manera; tomaremos diversos roles. Primero hijos, luego padres, abuelos y otra vez niños.
No permitamos que el tiempo pase por el trabajo, por el cansancio. Disfrutemos de cada uno de los regalos que Dios nos da en su momento.
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El tiempo puede pasar, los días, los años son cosas que no se pueden evitar.
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